Y de repente te miras y notas que no eres el hombre que decías, que tienes varios de los defectos que criticas y que las cosas que no querías recordar supuran por tus poros, desgarrando, pudriendo tus tejidos. No eres ni la mitad del hombre que decías.
Sin embargo no todo está perdido, las heridas sanarán y una vida con Mercurio te hará ser más precavido, tus cicatrices serán tus escudos y estarás listo para comenzar de nuevo. Para no perder la perspectiva, sabes quien eres, sabes lo que dices, sabes lo que haces y no debieran ser tres cosas distintas, sino una sola unión, una sola fuerza, tú mismo.
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