lunes, 3 de junio de 2013

Estuve (y estoy) dudoso de escribir esta entrada, pero no quiero escribir nada antes de contar esto. Es algo bien sensible y de verdad que pensé mucho en el futuro mio y del blog después de que esta entrada se publique.

La entrada anterior parecía una premonición a lo que pasaría al día siguiente. Ese martes me levanté como de costumbre y me vestí cual estricto luto, todo de negro. La noche anterior (craso error) dejé mi Facebook abierto y el computador sin apagar, para dejarlo olvidado en mi pieza. Si no tuviera nada que ocultar, lo que claramente no es el caso, lo anterior sería un hecho irrelevante.

Transcurre la mañana normal, y llego al trabajo. Ni bien enciendo el computador recibo una llamada afligida de mi mamá. Me dice que tiene que hablar conmigo, que es urgente y que está mal. Yo de inmediato supe lo que pasaba y comencé a temblar. Me resistí a ir y me dieron un ultimátum para aparecerme en la casa no después de las 5. Después de cortar temblé aun más fuerte y, desconcertado, no atiné a irme de inmediato. El René se levanta a ir a la oficina de al lado y yo cierro todo, apago el computador y me levanto dispuesto a salir. Mi jefe me intercepta camino a la salida. "¿Ya te vas?" - me dijo. "Sí, mi mamá llamó y tiene problemas, tengo que irme" - respondí mientras sentía una mezcla de vergüenza, rabia y tristeza. "Está bien, la familia es primero" - sentenció para despedirse.

Nunca un viaje en metro se me había hecho tan eterno. Caían lánguidas las estaciones, una tras otra, tomándose todo su tiempo, pues ellas a diferencia de mi, no tenían nada que perder. Mi cabeza estaba hecha un mar de pensamientos, cada uno más oscuro que el anterior. Pensaba que tendría que irme de la casa, tal vez congelar para dedicarme a trabajar y juntar dinero, pensaba en gritar a los 4 vientos toda la verdad, sin censuras, pensaba mandar todo a la mierda cada vez con más fuerza. Estaba desesperado y desesperanzado respecto a la situación. Después de un poco más de una hora llego a mi casa y encuentro a todos llorando al rededor de mi computador. Los tres, mi mamá, mi papá y mi hermano me clavaron la mirada exigiendo explicaciones.

Era evidente todo lo que había pasado, mi facebook estaba abierto y era imposible que si ellos lo encontraban no se fueran a tentar leyendo. No esperaron ni que tomara asiento para arrojarlo todo sobre mi. Que esa no era vida y menos para Dios; que no había forma de que fuera a ser feliz así, que lo garantizaban; que esa gente es desviada y solo busca sexo y mientras más asqueroso mejor; que iba a morir solo y enfermo, como todos; que yo había nacido hombre y que si mi problema era tan grande que mejor me operara; que yo no era así, que ellos me conocen y yo estoy equivocado; que me estoy condenando y que mi alma se perderá; que los iba a perder, mejor, que me iban a abandonar (para ser justos, esto solo lo dijo mi papá).

Yo lloré, no sabía hacer nada más. Y ¿Qué se suponía que debía hacer? Enfrentar y gritar no era una opción, estaba acorralado y forzado a decir que yo estaba equivocado y que haría lo posible por cambiarlo, que ya lo intenté antes y que me cuesta demasiado. Posterior vino la charla de moral, y el pseudo apoyo que me brindarán para que me salga de eso.

La verdad estoy desconcertado y no tengo ni idea qué va a pasar. Se supone que yo ya había asumido todo, pero ahora me fui a la cresta y ya no sé lo que pensar.

Estuve tan amargado, sin embargo, me contenté con volver a actuar de nuevo. Volver a fingir la sonrisa en mi rostro, volver a negarme a mi mismo, volver a ser cobarde por los prejuicios de los demás y por los míos. De vuelta al doble estándar.

Lo peor es que estaba tranquilo y ahora no pienso en otra cosa cada día que pasa.

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