lunes, 7 de mayo de 2012

asdf

Ahhhh, se acabó el fin de semana, partió cuático el viernes en la tarde, fui a buscarle el examen de los huesos a mi mamá (a la Clinica Indisa, o sea, a la cresta D:) y apenas salí de ahí, llamé a mi vieja:
-"¿Los tienes en la mano? ¿Qué dice?"
-"¿Quieres que lo abra?"
-"Sí, necesito saber."
-"Ok, te llamo."

Me senté en el pasto y abrí el sobre, a pesar de que sabía en lo más profundo de mi que no iba a salir nada malo, me puse un poco nervioso ¿Cómo podría reaccionar ahí, solo y tan lejos de la casa ante una mala noticia? ¿Sería capaz de devolverte el llamado? Sin más preámbulos la abrí, he ahí, nada de cáncer, nada de muerte, nada que nos hiciera revivir el pasado. La llamé para darle la buena noticia, con la misma tranquilidad que siempre mantuve "¿Viste? Solo había que tener fe". Después para devolverme tomé una micro, porque eran las 6 y nica el metro estaba desocupado. Para mi "sorpresa" la micro iba asquerosamente llena. Dos horas me tomó volver a la casa, pero sin salvarme de las anécdotas, ¿Cómo no iba a pasar nada entrtenido en dos horas en una micro de Santiago?. Quedé maravillado de cómo en verdad existe gente que vive su vida creyéndose superior al resto "Muévase, señora, ¿O no ve que yo voy pasando?" claro, va pasando ella, ¿Cómo no nos dimos cuenta y nos bajamos todos de la micro, para que viajara más cómoda?. También pensé que el racismo no iba con nosotros, hasta que escucho a una vieja gritoneando a una negra "¡Córrete, yegua! déjame pasar ¿Cómo voy a molestar al caballero?" y no falta la otra que salta para vitorearla "Vienen a hueviar a nuestro pais y no nos respetan". Sin comentarios.

Noches de acostarse tarde, entregué mis tareas, pero he dormido pésimo. Sé que el sábado llegué con una cara de poto más o menos a confi, mitad por el cansancio, mitad porque en mi casa todos actuaban como idiotas (¿Por qué mierda pelean todos por una hueá que ni siquiera está viva, por la chucha?). Pero fue muy bueno haber ido, fue muy bueno volver a correr como niño, esperando ganar ¿Ganar qué? a nadie le importa, quería ganar, porque me sentí un niño chico compitiendo. Pero felicidad para mi es eso, saber tener alma de nño siempre, no tener miedo a hacer cosas porque los demás puedan pensar que eres pendejo.

Esa noche dormí tan bien. desperté el domingo, al rededor de las 15.30, totalmente descansado y con mi cara mucho más aliviada. Terminé el pinball, lo enchulé, hice el informe y lo mandé. Apesar de lo demandante que sea, me encanta mi carrera y a pesar de que partí la semana con nada de fe en mis capacidades, sé que Dios siempre me va a iluminar y se me va a ocurrir lo que necesito.

Se acabó una semana, comienza otra. Así que ¡Ánimo para mi!

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