De compartir

El viernes la prueba me dejó tan neutral que me dió lata, iba con un ánimo super bueno y quedé chato. Menos mal que llevé el chocolate que nos debíamos hace tanto tiempo con la Eileen, estuvo rico, aunque me dejó solo un par de minutos y me veía tan patético ahí solo y con un chocolate a medio comer, pero sin duda me hizo muy bien. Y después sus pizzas y cervezas con los del Almíbar. Aunque en un principio de verdad no tenía muchas ganas de quedarme, al instante supe que fue la mejor decisión que pude haber tomado. Me hacen bien, nos reímos tanto, disfrutamos tanto y hablamos tanta tontera, pero se da una confianza que me gusta mucho y, por muy vergonzoso que sea, no tenemos problemas en hablar de lo que venga.

El sábado de nuevo nos falló la Joan, aunque en realidad ya nadie espera que aparezca. Ella vive en su propia dimensión y nadie puede acceder a ella. Estábamos tan cansados, los dos trabajamos y estudiamos, pero obviamente no fue impedimento para pasarlo bien. De hecho, siento que a pesar de que siempre seamos tú, Ericka, el Eduardo y yo, compartimos muchas cosas y nos dejamos llevar no más. Hablamos de todo y escuchamos de todo.Bailamos y cantamos, como sea, en el estado que sea, pero nos liberamos y hacemos el ridículo, total de ahí no sale. En mi casa siempre me preguntan ¿Y no se aburren los tres solos? ¿No te molesta tocar el violín? y la respuesta es, lógicamente, no. Cómo me voy a aburrir escuchando todos los temas de Pitbull, que en verdad no son buenos porque está él, sino que hace buenos dúos.
Cómo me voy a aburrir imitando las coreografías de cualquier video que se nos ocurre copiar. Cómo me voy a aburrir riéndome de los recuerdos de los escándalos y las tonteras que vivimos en el ballet.

De verdad estoy agradecido por tener amigos, por que puedo moverme en esferas tan distintas unas de otras, tan únicas. Por compartir, porque la vida no fue hecha para ser vivida en solitario.