Nuevamente el universo confabuló a mi favor, la Providencia estuvo de mi lado y todo salió perfectamente. Tenía muchas ganas de acompañarte hoy, por eso no me importó si tenía que pasar de largo para tener la tarea lista y poder ir, sentía una necesidad de hacer todo lo que estuviera en mis manos para estar contigo. Finalmente la tarea me resultó y el profe la aplazó para el viernes ¿Qué mejor? ni siquiera tenía que preocuparme para volver temprano y hacer el informe. Obviamente fue obra de Dios que me quería allí hoy.
Pasó mi día normal y me puse en camino a la Iglesia, nunca había notado que en Los Héroes había una Iglesia y mucho menos sabía que era vicentina. Entré y sentí todo tan acogedor, tan familiar. Algo me hacía sentir cómodo ahí. Ví al Padre Pablo, demasiado tiempo hacía que no sabía nada de él. Se alegró tanto de verme y se alegró más porque sabía que iba a ser una agradable sorpresa para ti. Recordaba que cuando se fueron de la parroquia yo era todavía pequeño, tenía tal vez 15 años. Obviamente mucho tiempo había pasado, ya no soy el niño que dejó, él mismo me lo dijo.
Mientras todos entraban a la cola del Obispo, varias caras se me hacían familiares, los seminaristas que conocí en la misión, los Padres que pasaron por la Parroquia, con los que me llevaba mejor y con los que no hablaba mucho. Hubiese sido lo máximo que hubiese estado Lito, no sé qué habrá pasado con él, pero recordarlo me hace sentir que lo extraño.
La misa fue lo mejor, eran las misas a las que yo estaba acostumbrado, las canciones que conocía, las tradiciones únicas que tenemos (como no decir amén en el Padre Nuestro), me sentí tan cómodo, como si estuviera en mi casa, como en aquellos lindos tiempos en Sagrada Familia. La nostalgia me llenó, de verdad que echaba de menos mirar las cosas como Vicente de Paul, acá me sentía muy identificado con su visión de servicio y su sentido de misión, pero fue la misma misión la que se los llevó de aquí, la que me hizo sentirme vacío una vez que ya no estuvieron, los columbanos no tienen ni una pizca de la alegría que ustedes transmitían. Sin duda el que se fueran marcó un antes y un después en mi fe.
Tantos bonitos recuerdos retornaron a mi mente durante esa misa, era todo tan cotidiano, cuando compartí con ustedes viví la comunidad al máximo, me sentía finalmente parte de algo, fueron mi apoyo cuando mi familia estaba a punto de desmoronarse cuando mi mamá estuvo enferma. Encontré en ustedes el soporte que necesitaba y por eso es que me sentí tan en casa cuando entré al templo de San Vicente. (vicentino de ♥, todo el rato)
Y tú! te echaba mucho de menos, Dios sabe lo mucho que me has ayudado en mi crecimiento, de verdad que valoro mucho cada palabra, cada gesto y todo el aliento que me diste en los momentos más difíciles y, en serio, me siento el peor amigo contigo. He sido demasiado ingrato, de hecho, no sabes cuánto me dolió cuando te mandé un inbox preguntándote por algo de la libertad y las primeras líneas de tu respuestas fueron "Me asusté cuando ví tu mensaje, pensé que te había pasado algo". Me sentí pésimo, me sentí mal amigo, me sentí como usándote cada vez que tuve pena, sentí que nunca te acompañé cuando me necesitabas, cuando tuviste problemas, ni siquiera cuando solo necesitabas que orara por ti.
No quiero que esto siga así, quiero retomer lo que teníamos y ser buenos amigos, en las buenas y en las malas y no solo en mis malas, quiero hacer las cosas bien. Quiero que sepas también que me emocionó mucho que te alegraras por verme, por darme un abrazo real, por no juzgarme a pesar de lo mal que me porté contigo.
Para ir terminando quiero felicitarte, en serio. Estoy demasiado orgulloso de tí, de tu perseverancia, de tu esfuerzo, de tu fortaleza. sé que ha sido super complejo para ti seguir tu vocación y a pesar de todo te mantuviste firme en ella, te admiro mucho. Sin más, te deseo todo el éxito del mundo, que la vida te sonría y que nuestra amistad crezca. Te quiero mucho, Arnaldo =).
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